Immigrant Hope Santa Barbara esta Haciendo el Trabajo de Dios

Immigrant Hope Santa Barbara esta Haciendo el Trabajo de Dios

Centro Cristiano Sin Fines de Lucro Ayuda a Inmigrantes Buscar Avenidas Legales Hacia la Ciudadania

By Tyler Hayden | October 29, 2020

Immigrant Hope’s Karla Can, Diane Martinez, y Karla Can | Credit: Daniel Dreifuss

La idea ya estaba allí pero el valor de llevarlo acabo le vino a Diane Martinez en forma de un sueño. “Era muy claro,” Martinez dijo. “Como ningún otro sueño que había tenido antes.”

“Estaba en una mansion vieja,” ella recuerda, “y en esa mansion había pasillos, y en esos pasillos había puerta tras puerta. Había personas detrás de cada puerta. Cada edad, color y raza que te puedas imaginar. Cada vez que abría una puerta, oía una voz que decía, “Dios es fiel.”

“En cuanto me desperté, este versículo (Bíblico) vino a la mente,” Martinez continuo. “Es de primero de Tesalonicenses: ‘El que te llama es fiel, y el lo hará.’ Esa es la fundación de Immigrant Hope, y eso es fe para mi— es dar un paso en frente y hacer lo que pueda hacer y confiar en Dios para el resto.”

Eso fue 2011. Se necesitarían cuatro años de arduo estudio, entrenamiento, y oración para que Martinez lance el capitulo de Immigrant Hope en Santa Bárbara, una organización basada en la fe nacional sin fines de lucro que ayuda a inmigrantes que son eligibles para asegurar un camino hacia la ciudadania. Desde entonces, un espacio modesto de oficinas en la calle San Andres que esta conectado a la iglesia Shoreline Community, Martinez y su equipo han dispensado servicios legales de bajos costos a casi 1,300 personas, 412 de ellos en 2019 solamente. También comparten el evangelio, pero solamente cuando se solicita. 

Apenas el mes pasado, uno de los miembros del personal completo el riguroso proceso de convertirse en la primera y única representante acreditada del Departamento de Justicia. Ahora actúa en la capacidad de abogada para los clientes en la corte de inmigración y les cobra una fracción de lo que costaría normalmente un abogado. 

Martínez cree, y las muchas historias de éxito de Immigrant Hope lo demuestran, que este tipo de representación legal alternativa es a menudo la mejor y forma más práctica para que las personas y familias de medios modestos naveguen por el campo minado de la ley de inmigración de los EE. UU. A medida que el sistema de inmigración profundamente quebrado de Estados Unidos sigue generando controversias nacionales y traumas personales para los hombres, mujeres y niños atrapados en sus burocracias, la demanda de los servicios de la pequeña organización sigue creciendo. 

Es la realidad desafortunada que las actitudes mas crueles hacia inmigrantes tienden a provenir de aquellos que profesan seguir las enseñanzas de Jesus. A menudo eclipsan el trabajo de los cristianos que tañen tranquilamente para mejorar la vida de sus vecinos, como los que trabajan Immigrant Hope. 

“Fui guiada en un viaje a través de la Biblia para descubrir el corazón de Dios para el inmigrante, y Él quebranto mi corazón por lo que le quebranta a Él,” Martinez dice. “Me di cuenta que inmigración es un tema controversial dentro y afuera de las paredes de la iglesia. Sin embargo, creo que la biblia es la palabra de Dios, y no tengo ninguna duda que el conflicto es con los individuos, no con Dios. La biblia es clara del amor de Dios hacia el inmigrante.” 

Immigrant Hope’s Litzy Castro, Diane Martinez, y Karla Can | Credit: Daniel Dreifuss

Martinez y su esposo se mudaron de Arizona al pueblo natal de su esposo en Santa Barbara en 2005 para cuidar de sus padres enfermos y eliminar su viaje agotador interestatal a una plataforma de perforación petrolera en el Canal. “Otro tema controversial,” Martinez admitió. “Pero honestamente, era su trabajo,” que era especialmente bien pagado, “y me permitió dejar mi trabajo y hacer esto.”

Era durante esta época que la actividad violenta de pandillas en Santa Barbara estaba aumentando. Historias de peleas y apuñalamientos dominaba las noticias, y la casa de Martinez estaba en el lado oeste y regularmente ‘grafitiada.’ Cuando no trabaja en el colegio de Santa Barbara en el programa de educación de la primera infancia, sé encerraba en su casa. “También hablaba muy poco español en ese entonces y me sentí totalmente como una extraña,” ella dijo. 

Lentamente, a medida que la ciudad tomo pasos drásticos contra el crimen de pandillas y “Dios trabajo en ella” para aventurarse mas a menudo, Martinez comenzó a comprender su vecindario, especialmente cuando conoció a las familias de sus estudiantes jóvenes de SBCC y la congregación de la iglesia Shoreline Community, donde se convertirá en la directora del ministerio de niños. 

“Uno de los niños que estábamos trabajando me dijo, ‘Mi papa fue deportado y mi mama nunca ha trabajado y no sabemos que vamos hacer,” dijo Martinez. Pronto comenzó a escuchar sobre madres y padres indocumentados dónde sus jefes y propietarios se aprovechaban de ellos. Las terribles condiciones de vida de las propiedades de Dario Pini surgieron con frecuencia. También los empleadores que retenían los salarios y la compensación de trabajadores. Luego estaba, por supuesto, el miedo a los agentes federales en todo momento.

Martinez y sus conocidos hacían lo que podían— abrieron una despensa de comida, organizaban campañas de recolección de ropa e intervenir si escuchaban que un niño vivía sin electricidad ni agua— pero los problemas eran tantos. “Soy una reparadora y quería arreglar estas cosas, pero no pude,” ella dijo. “Tuve que preguntarme: ‘Como podemos ayudar de una manera tangible que marque una diferencia en las vida de las personas?”

Poco después, Martinez se entero de un ministerio llamado Immigrant Hope que estaba siendo creado por la Iglesia Libre Evangélica de America (EFCA). La idea era equipar a las iglesias de los Estados Unidos con la educación y los medios para ayudar a las personas indocumentadas necesitadas. “Creemos que Dios llama a todos los cristianos a amar y servir a quienes los rodean, independientemente de su raza, cultura, idioma, estatus económico, o estatus legal,” dice EFCA. “Las iglesias que brindad asesoría legal de inmigración confiable y asequible pueden tener un gran impacto en las vidas de las personas vulnerables.”

Martinez presento el programa a los pastores y ancianos de Shoreline, quienes dieron su bendición, y comenzó a tomar los largos y tediosos cursos de derecho requeridos. Al final de cada semana, su cerebro le dolía, pero ella seguía. Luego, de la nada, un donante anónimo que de alguna manera se entero del programa dio suficiente dinero para cubrir su salario durante cuatro años. 

Hasta el día de hoy, la identidad del donante sigue siendo un misterio. Los fondos permitió que Martinez dejara su trabajo en SBCC y dedicarse a tiempo completo a su nuevo llamado. Immigrant Hope Santa Barbara— una de los siete capítulos en todo el país— nació. 

“Ese fue el camino en el que Dios me puso,” dijo Martinez. “Todavía existía el miedo y decía, ‘Dios, estoy haciendo lo correcto?’ Pero seguí avanzando porque sentí que Dios estaba diciendo, ‘Solo ve. Solo continua.”


De izquierda a derecha, Mihir, Alfonso, Yadira, y Modesto recientemente se convirtieron ciudadanos americanos después de pasar sus entrevistas de ciudadania. “Estoy extremadamente emocionada en votar,” dice Yadira. “Dios bendiga America,” dice Mihir | Credit: Courtesy

El centro en la calle San Andres es un lugar ocupado. Voluntarios paralegales recopilan información de clientes, que en su mayoría escuchan sobre Immigrant Hope a través de alguien mas. Luego, los representantes acreditados se reúnen con los clientes para decidir un curso de acción, como solicitar una tarjeta verde, solicitar la ciudadania estadounidense, asilo o buscar otros caminos hacia un estatus legal. Algunos casos que son demasiado difíciles de manejar para los representantes son referidos a los abogados bajo la red de Immigrant Hope. 

Un cliente puede tardar mas de un año en obtener un estatus legal, pero con trabajo dedicado y paciencia, muchos clientes recibirán sus tarjetas de seguro social, y más importante, eventualmente recibirán su ciudadanía para poder votar. 

Karla Can fue una de las primeras empleadas acreditadas del centro. Una estadounidense de primera generación cuyos padres vinieron de Sinaloa, Mexico, nació y se crio en Santa Barbara y estudio ciencias políticas en la universidad. Después de graduarse en 2015, Can se cruzo con un volante de Immigrant Hope y visito la oficina para saber mas. Nunca se olvidara de su primera junta con Martinez. 

Llego una llamada de una mujer que solamente hablaba español, y Diane Martinez me pidió que le tradujera. Resulto que un familiar, que había sido detenido en Texas, estaba buscando abogados de inmigración en esa area. “Yo estaba como ‘Wow, este es un lugar realmente especial.’” Le dijo a su mama y a su prometido que había descubierto lo que quería hacer. 

El primer paso fue obtener suficiente acreditación para trabajar con los Servicios de Ciudadania e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS). Can disfruto del intenso programa de entrenamiento y pudo pasar sus pruebas con bastante rapidez. Fue cuando comenzó a reunirse personalmente con los clientes que comprendió lo estresante que podia ser el trabajo. “Pensé para mí misma: ‘Quien soy yo para hacer esto? Y si me sale algo mal?” 

Había mucho en juego y las consecuencias de los errores eran graves: perdida de estatus; encarcelamiento, deportación de nuevo al hambre, la guerra y la persecución; o una separación de la familia por décadas. La ansiedad la mantendría despierta por la noche. Pero como Martinez, Can se consoló al saber que Dios tiene un plan para ella, y siguió adelante. 

El mes pasado, Can se graduó con la acreditación completa bajo el Departamento de Justicia (DOJ). Un video de Facebook la muestra sonriendo y sosteniendo su certificado. Agradeció a quienes donaron a Immigrant Hope a través de Santa Barbara Gives!, una nueva iniciativa de recaudación de fondos creada por Fund for Santa Barbara y Santa Barbara Independent. “Sin ustedes, esto no hubiera sido posible,” dice Can. 

“Estoy muy, muy agradecida de trabajar con nuestros clientes y ver sus caras y sus reacciones cuando encontramos una solución para ellos es increíble,” Can dijo. Sin embargo el trabajo también tiene un peaje, Can admitió. A menudo, tiene que pedirle a un cliente que le cuente experiencias traumáticas de violencia y perdida. Ella encuentra que hablar y orar con sus colegas puede aliviar algo de esta carga. 


Aunque algunos clientes de Immigrant Hope son originarios de Centro o Sur America y algunos de Canada, la mayoría son de Mexico. Por lo general, tienen entre 25 y 45 años y con frecuencia buscan ayuda como unidad familiar. “Un marido y esposa con tres o cuatro niños— es típicamente la demográfica que vemos,” dice Can. Mayoría de los padres trabajan en los sectores de hospitalidad o agricultura en Santa Barbara. Can trabaja más de 60 horas a la semana, compartiendo su tiempo entre Santa Barbara y una oficina legal en Ventura. 

La ley de inmigración no es solo bizantina, sino que también es un objetivo en constante movimiento. Can dedica gran parte del tiempo a mantenerse al tanto de las ultimas leyes, ordenes ejecutivas y decisiones judiciales. El esfuerzo continuo de la administración de Trump para imponer la regla de Carga Pública, que puede negar la tarjeta verde si previamente han tenido asistencia bajo programas públicos, ha sido particularmente enloquecedor, dice Can. También la lucha por el programa DACA (Acción Diferida para los Ninos Llegados) y las decisiones de ida y vuelta sobre el aumento de tarifas para solicitudes migratorias. 

Y luego esta la discreción de los agentes federales individuales, algunos que parecen aplicar las reglas de forma arbitraria. “Un día es un sí, al día siguiente es un no, la próxima vez es como, ‘Oh, sí, pero tienes que cumplir con este criterio,’” dice Can. “A las personas les cuesta mucho porque no tienen el idioma, no tienen las habilidades, y luego no quieren solicitar nada porque tienen miedo.”

A veces, los oficiales intentan a tropezar solicitantes intencionalmente, dijo Martinez. Preguntan algo en ingles como, “Has cometido poligamia alguna vez?” Y si el solicitante dice que no, pero luego no puede definir de manera adecuada y completa “poligamia,” el oficial le reprobara. 

Las políticas desiguales y en constante cambio sirven como un recordatorio de lo roto que el sistema de inmigración de los Estados Unidos esta realmente y la urgencia de una reforma. “Simplemente vuelve a la realidad de que el sistema no esta haciendo lo que fue diseñado para hacer,” dijo Can. “Están usando soluciones con un curita.”


La vida se cierra en circulo para Litzy Castro. Su madre estaba embarazada de ella cuando cruzo la frontera mexicana y se mudaron a Santa Barbara. Desde que recuerda, ha sido parte de la iglesia Shoreline Community. Martinez vio algo en Castro y pensó que encajaría bien con Immigrant Hope. Tenia razón.  

“Sabia que no importaba la carrera que eligiera, quería ayudar a la gente,” dice Castro. Ahora es estudiante de SBCC y bajo Can, esta entrenando para obtener su acreditación. Como mexicana-estadounidense de primera generación, es capaz de establecer una buena relación con clientes que desconfían de las personas que supuestamente trabajan en leyes de inmigración. Muchos han sido quemados por un “notario,” estafadores depredadores que se hacen pasar por abogados. “Mi experiencia a veces me permite reconocer la lucha por la que están pasando, especialmente los tiempos de hoy con Trump,” dijo Castro. “Es simplemente aterrador.” 

Incluso en los días mas oscuros, como cuando se entero de que abusaron de uno de sus clientes jóvenes, Castro puede aferrarse a esos momentos de alegría que estaba ayudando en crear. “Ver a maridos, esposas, papas, hermanos reunirse, verlos estar juntos, eso es lo que me anima, dijo Castro. 

Una de las cosas mas importantes que deben aprender todos los que trabajan en Immigrant Hope es cómo manejar el peso emocional de sus clientes que viven con tanta ansiedad y miedo. “Diane y todas las mujeres aquí me han ayudado a darme cuenta de entregárselo al Señor,” dijo Castro. “Solo hay tanto que puedo hacer para aliviar el estrés o el dolor de una persona.” 

Cuando ocurrió la pandemia, la vida de sus clientes se volvió aun mas desesperada. “En este momento,” dijo Castro, “tanta gente no esta trabajando. No tienen ingresos reales, entonces no pueden pagar la factura de la luz y sin Wi-Fi, no hay escuela para los niños…”

La organización esta haciendo todo lo posible para cubrir las brechas, distribuyendo detergente para ropa, tarjetas de regalo de alimentos y otros recursos. Continuan brindando servicios legales, enseñar la educación cívica, ingles, educación para la licencia de conducir, y computación. También han comenzado asociarse con la Agencia de Servicios Familiares, el departamento de policía y el sistema escolar. 

Como organización religiosa, Immigrant Hope Santa Barbara no puede recibir fondos de muchas fundaciones, dijo Martinez. Por tanto, depende de subvenciones más pequeñas y de la generosidad de los donantes. Sin embargo, enfatizo que no requieren condiciones previas religiosas: “Para obtener nuestros servicios, no es necesario que escuchar un sermon. No es necesario que se haga eso.” 

Aun así, Martinez se preocupa, especialmente ahora, cuando hay mucho de qué preocuparse. Pero en lugar de desanimarse, Martinez y sus colegas se enorgullecen de saber que están satisfaciendo una necesidad desesperada. “Creo que este es el momento en que debemos sobresalir y brillar aun mas,” dijo Can, “porque quien va a asumir ese papel? Quién va a guiar a todas estas personas a través del miedo a lo desconocido?”


Una Lucha Contra la Violencia

Mayra Perez Huaste | Credit: Courtesy

El padre abusivo de Mayra Perez Huaste quería matarla, por lo que huyo de Mexico a los Estados Unidos en 1991. Cruzo la frontera sin papeles por lo que ella llamo “cruzar por el cerro” o caminar por las montañas. Huaste dijo que estuvo muy sola durante dos años hasta que conoció al hombre que se convertiría en su esposo. Se casaron en Mexico y luego regresaron a los Estados Unidos. El esposo de Huaste trabajaba para una empresa de jardinería y, em 1998, su jefe le presento una visa de trabajo, pero antes de que fuera aprobada, los agentes de ICE lo arrestaron y lo pusieron en detención. Lo dejaron libre pero tenia que reportarse periódicamente con los oficiales federales a medida del comienzo de sus procedimientos de remoción. Lucho contra su deportación por siete años y finalmente se le permitió solicitar la residencia permanente. 

“Esperamos ocho años mas para obtener ayuda con nuestro ingles y educación cívica,” dijo Huaste. “Intente tomar clases universitarias pero no me sentí cómoda. Luego escuche sobre Immigrant Hope y mi esposo y yo comenzamos a asistir. Desde el principio, sentimos que era un lugar de bendición y que la maestra estaba inculcando confianza en los estudiantes.”

Huaste y su esposo estudiaron durante 16 meses mientras presentaban sus solicitudes de naturalización y esperaban sus entrevistas. Su esposa le llego la cita primero. “Estábamos muy nerviosos,” dijo Huaste. Un mes después, le llego la cita a Huaste. Ambos pasaron. “Sentí que el Señor estaba allí antes que nosotros e incluso había preparado los corazones de los oficiales que nos entrevistaron,” ella dijo. Huaste ahora enseña la clase de educación cívica estadounidense y la clase de licencia de conducir en Immigrant Hope. “Me siento muy bendecida por hacer todas estas cosas,” dijo. “Creo que el Señor va conmigo a todas las clases.”

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